Testimonio de la expedicionaria Ariadna
Ahora mismo siento un mar de emociones y recuerdos latentes dentro de mí. No puedo estar más agradecida
de haber formado parte de esta expedición y haber conocido a estas 51 personas que la han hecho posible.
Ante todo, me gustaría remarcar que no se trata de un campamento, ¡es mucho más que eso! Una expedición de carácter social y cultural hecha para jóvenes comprometidos para cuidar la tierra, la lengua, la cultura, la salud, los pequeños pueblos y el medio ambiente. Estos 12 días he aprendido mucho, pero sobre todo me han servido para afianzarme en mis valores y pensamientos. Cada vez estoy más convencida de la importancia de conocer y respetar las propias raíces, de amarlas tanto hasta el punto de que marcan tu camino para seguir descubriendo mundo. Una vez conoces de dónde vienes, es más fácil saber hacia dónde quieres ir. Por eso, esta experiencia me ha ayudado a ratificar mis principios y valores.
Muchas veces me he sentido extranjera en mi propia ciudad, como hablar mi lengua, el valenciano, sería un impedimento para relacionarme con mi entorno. Pero si no hubiera sido por esta expedición, no hubiera podido conectar tanto con esta maravilla de expedicionarios, que se han convertido en mi segunda familia. Quiero agradecerles su cariño y alegría, sus ganas incansables de vivir, de compartir la mejor versión de vosotros misma y ayudar al resto a descubrirla y potenciarla. Cada uno de vosotros sois y será un ejemplo a seguir para mí, un recordatorio diario de quien quiero ser y hacia donde quiero caminar. Porque en definitiva, por mucho que la Expedición haya finalizado, ahora sé que la unión que hemos formado no la va a separar nada ni nadie. Que nuestro aprecio por la tierra, las tradiciones y la cultura valenciana nos acompañan para siempre como nuestra seña de identidad. Tal y como dijo Fuster: “O nos recobramos en nuestra unidad, o seremos destruidos como pueblo. O ahora o nunca.”
Me enseñó que es fundamental formar un grupo sólido, gente con la que compartir aficiones y preocupaciones, con quienes sentirte identificada. Aunque algunos puedan pensar que la defensa de lo propio tiene como objetivo diferenciarse y alejarse del resto de la sociedad, se equivocan. Quien es capaz de apreciar y cuidar sus raíces, será el primero en acoger con los brazos abiertos las aportaciones y formas de pensar del resto de culturas y lenguas en todo el mundo. Porque la riqueza de una persona recae en esta pluralidad de conocimiento.
En la propia expedición convivimos gente con ideales muy diferentes, y es de este intercambio de divergencias que todos aprendimos nuevas cosas de los demás. Fuimos capaces de superar las diferencias y ayudarnos por encima de todo: ahí está nuestro valor humano.
Con todo esto dicho, mi reflexión termina con las siguientes ideas:
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La importancia de estar aquí y ahora, disfrutando de este presente tan efímero que muchas veces parece que con la rutina se nos escapa de las manos.
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Lo fácil que es alegrarle el día a alguien. Simplemente con una sonrisa o abrazo hay más que suficiente.
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Sin los pequeños pueblos, las grandes ciudades nunca podrían funcionar. Es necesario cuidar el medio rural y el medio ambiente.
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Cada uno decide en qué quiere invertir su energía y su tiempo. Depende de cada uno cómo reaccionar ante las dificultades.
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Se logra más siendo líder que ninguna.
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Nunca hay que prejuzgar a nadie por su aspecto. Puedes estar perdiendo la oportunidad de conocer una verdadera amistad por aspectos superficiales.
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La lengua nunca puede considerarse una barrera. Es todo lo contrario: una llave que abra todas las cerraduras.
Ahora toca que cada expedicionario y expedicionaria realice sus reflexiones personales. Como muy bien dijeron los organizadores de Expedició Cavanilles, ahora tenemos una responsabilidad, somos las futuras generaciones, de nosotros depende conservar lo aprendido y transmitirlo a nuestros amigos y familiares.
Al igual que escribió el poeta burjassotense Vicent Andrés Estellés: “Asumirás la voz de un pueblo, y serás la voz de tu pueblo, y serás, para siempre, pueblo.”