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06 Despedida amb aventura

Zaira, escriu sobre el sext dia!

La mañana empezó con muchas expectativas. Algunas personas se levantaron un poco antes para hacer la actividad de espeleología con mucha emoción. El resto nos levantamos un poco más tarde con energía también y con ganas de aprovechar el día. Fuimos a desayunar y nos preparamos para las dinámicas y talleres del día. 


Vinieron unos gancheros a dar una charla muy interesante sobre cómo antiguamente se transportaban los troncos por el río Túria. Trajeron material y nos explicaron los detalles sobre el oficio de los madereros. Me pareció muy bonito aprender las tradiciones y la historia de la Serranía, porque sin personas que se dediquen a contarlas y a mantenerlas vivas, se acabarían olvidando.


Después de la charla nos fuimos al río de Gestalgar. Aprovechamos para hacer juegos y disfrutar del lugar. Primero hicimos un concurso de preguntas en el que, si fallabas, te mojaban con agua. Después de las risas del juego pasamos a bailar. Todos participamos y se creó un ambiente muy divertido. Cuando terminamos, ya agotados, nos tumbamos todos juntos al sol a escuchar música. En ese momento, me sentí muy unida al resto del grupo, como si los conociera de toda la vida. Algunos compañeros también pudieron mojarse los pies y refrescarse después de los juegos.


A la hora de comer volvimos a la sala multiusos donde habíamos dormido. Allí recibimos con aplausos al otro grupo, que ya volvía de la cueva. Disfrutamos de una paella riquísima mientras escuchábamos cómo les había ido el día. 


Después de eso, fue nuestro turno de vivir la experiencia.

La caminata hacia la cueva se hizo bastante rápida, porque ya habíamos hecho un trozo de la ruta el día anterior, cuando llegamos a Gestalgar desde Sot de Chera. Aún así, nos apoyamos unos a otros mientras subíamos la montaña, animando a quienes se quedaban atrás.


Al llegar, escuchamos atentamente la explicación de los monitores sobre las medidas de seguridad. Nunca olvidaré lo divertido que fue ir por la cueva. Hicimos rápel para entrar por un agujero diminuto en el suelo. Luego tuvimos que pasar por gateras estrechas y abrirnos paso entre piedras que parecía que se iban a caer. Aunque avanzar a veces daba un poco de miedo, lo disfrutamos mucho, y nos sentimos orgullosos al llegar al final.


Regresamos al campamento ya de noche. Nos duchamos rápidamente pues todos queríamos cenar cuanto antes y aprovechar la última noche. Después de comernos con alegría los bocadillos de tortilla, leímos las últimas cartas del buzón y escuchamos uno de los discursos legendarios de Alejandro, que nos dejó a algunos llorando de la risa.


Terminamos el día con los premios golosín, haciendo memoria de los mejores momentos de la expedición y agradeciendo a la gente con la que la habíamos compartido. Al final, nos fuimos a dormir muy cansados, sabiendo que al día siguiente sería nuestro último día juntos. Todos estábamos tristes por irnos pero muy felices de haber vivido una experiencia maravillosa.


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